lunes, 17 de septiembre de 2012

¡Cuida tu oro!

oroEscuché una prédica titulada “El Impostor” y trataba sobre el pasaje cuando Israel es atacado por el rey de Egipto y su ejército y estos se roban los objetos de oro del templo y el rey de Israel de ese momento, Roboam, reemplazó los escudos del templo por unos escudos de bronce (2 Crónicas 12:9).

El oro representa algo valioso, santo, puro. El bronce, no tanto. Muchas veces nosotros hacemos lo mismo “sin darnos cuenta”. Tratamos de mantener nuestra buena imagen delante de los demás, como para que no se note que las cosas no andan tan bien por dentro. Vamos a la iglesia, sonreímos (o eso tratamos), saludamos amablemente y la respuesta al clásico “¿Cómo estás?” siempre será “Bien y tú”.

Dicen que a los cerdos les encanta el barro, pero cómo puedes saber cuando un cerdo estuvo en el barro? Exacto. ¡Las manchas! Nadie se pone ropa nueva si está manchado o sucio; primero te tienes que dar un duchazo, te perfumas y luego te pones la ropa, sobretodo si es para alguna ocasión especial.

Espiritualmente es (o debe ser) exactamente igual, en especial si somos cristianos. Debemos procurar estar siempre limpios delante de Dios, ser hijos santos, sin manchas. Las “manchas” se notan, y tratando de que no se noten te enfrías. De hecho no está mal estar mal, pero debemos reconocerlo y arreglarlo con la ayuda de Dios. Normalmente nos preocupamos por aparentar que todo anda bien, a pesar de que no es así. Es como reemplazar lo santo por algo con apariencia de santidad (algo original por algo falso), una máscara. Esa especie de hipocresía espiritual nos hace daño y evita que regresemos, porque llegamos a engañarnos incluso a nosotros mismos pensando que por seguir cumpliendo lo externo, podemos despreocuparnos de lo interno por un momento. A veces cuando te das cuenta, ya es demasiado tarde y regresar es más difícil.

Nuestra relación con Dios es muy importante y de ella depende nuestra salud espiritual, es como el oro que debemos cuidar, un tesoro que nada ni nadie nos debe robar. Cuando reemplazamos eso por las rutinas eclesiásticas, significa que algo se robó el oro de nuestras arcas.

Cuida tu oro y sobretodo cuídate de reemplazar el oro con bronce o algún otro metal más barato.

1 comentario:

Vanessa dijo...

Gracias!!! =)!